JORGE MANRIQUE
(Paredes de Nava, Palencia o Segura de la Sierra, Jaén, ¿1440? – Santa María del Campo Rus, Cuenca, 24 de abril de 1479)2 fue un poeta español del Prerrenacimiento, sobrino del también poeta Gómez Manrique. Es autor de las Coplas a la muerte de su padre, uno de los clásicos de la literatura española de todos los tiempos.
Por lo general, se supone que Jorge Manrique de Lara nació en Paredes de Nava (Palencia), aunque también cabe la posibilidad de que naciese en Segura de la Sierra (Jaén), cabeza de la encomienda que administraba el maestre Rodrigo Manrique,
su padre, y principal estancia de los Manrique. También se suele
afirmar que nació entre la segunda mitad de 1439 y la primera de 1440,
pero lo único cierto es que no nació antes de 1432, cuando quedó
concertado el matrimonio de sus padres, ni después de 1444, cuando
Rodrigo Manrique, muerta doña Mencía de Figueroa, madre de Jorge Manrique y natural de Beas de Segura, pidió dispensa para casarse de nuevo.
La misma indeterminación existe en torno a su infancia, que quizá transcurrió en Segura de la Sierra,
y su juventud, hasta 1465, año en que un documento le cita por vez
primera. Lo que es seguro es que asumió por completo la línea de
actuación política y militar de su extensa familia castellana: como sus
demás parientes, fue partidario de combatir a los musulmanes y participó
en el levantamiento de los nobles contra Enrique IV de Castilla, intervino en la victoria de Ajofrín y también jugó un papel en las intrigas y luchas en torno a la subida al trono de los Reyes Católicos,
a favor de Isabel I y contra Juana la Beltraneja.
Su padre, Rodrigo Manrique, Conde de Paredes de Nava, que era maestre de la Orden de Santiago
(aunque nunca fue oficialmente reconocido como tal), fue uno de los
hombres más poderosos de su época y murió víctima de un cáncer que le
desfiguró el rostro en 1476. Su madre murió cuando Manrique era un niño. Estudió Humanidades y las tareas propias de militar castellano. Su tío, Gómez Manrique, era también poeta eminente y autor dramático, y no faltaron en su familia otros hombres de armas y letras. La familia de los Manrique de Lara era una de las más antiguas familias nobles de España y poseía algunos de los títulos más importantes de Castilla, como el Ducado de Nájera, el Condado de Treviño y el Marquesado de Aguilar de Campoo, así como varios cargos eclesiásticos. Jorge Manrique se casó en 1470 con la joven hermana de su madrastra, doña Guiomar.
A los 24 años participa en los combates del asedio al castillo de Montizón (Villamanrique, Ciudad Real),
donde ganará fama y prestigio como guerrero. Su lema era «Ni miento ni me arrepiento». Permaneció un tiempo preso en Baeza
donde murió su hermano Rodrigo, tras su entrada militar en la ciudad
para ayudar a sus aliados, los Benavides, frente a los delegados regios
(el conde de Cabra y el mariscal de Baena). Se enroló después con las
tropas del bando de Isabel y Fernando en la guerra contra los partidarios de Juana la Beltraneja. Como teniente de la reina en Ciudad Real, junto a su padre don Rodrigo, hizo levantar el asedio que a Uclés habían puesto Juan Pacheco y el arzobispo de Toledo Alfonso Carrillo de Acuña. En esa guerra, en una escaramuza cercana al castillo de Garcimuñoz en Cuenca,
defendido por el Marqués de Villena,
fue herido de muerte en 1479, probablemente hacia la primavera. Como
con el nacimiento, hay distintas versiones sobre el suceso: algunos
cronistas coetáneos como Hernando del Pulgar y Alonso de Palencia dan testimonio de que murió en la misma pelea, frente a los muros del castillo, o justo a continuación.3 Otros, como Jerónimo Zurita, sostuvieron con posterioridad (1562) que su muerte tuvo lugar días después de la batalla, en Santa María del Campo Rus (Cuenca), donde estaba su campamento. Rades de Andrada
señaló cómo se le encontraron entre sus ropas dos coplas que comienzan
«¡Oh mundo!, pues que me matas...». Fue enterrado en el monasterio de Uclés, cabeza de la orden de Santiago. La guerra terminó pocos meses después, en septiembre.
Señor de Belmontejo de la Sierra (actual Villamanrique), comendador del castillo de Montizón, Trece de Santiago, duque de Montalvo
por concesión aragonesa y capitán de hombres de armas de Castilla, fue
más un guerrero que escritor, pese a lo cual fue también un insigne
poeta, considerado por algunos como el primero del Prerrenacimiento.
El idioma español sale de la Corte y de los monasterios para
encontrarse con el autor individual que frente a un hecho trascendental
de su vida, resume en una obra todo el sentir de su corta existencia y
salva para la posteridad no sólo a su padre como guerrero, sino a sí
mismo como poeta.
Su obra poética no es extensa, apenas unas 40 composiciones. Se suele
clasificar en tres grupos: amoroso, burlesco y doctrinal. Son, en
general, obras satíricas y amorosas convencionales dentro de los cánones
de la poesía cancioneril de la época, todavía bajo influencia provenzal, con un tono de galantería erótica velada por medio de finas alegorías.
Sin embargo, entre toda ella, destacan de forma señera por unir tradición y originalidad las Coplas por la muerte de su padre. En ellas Jorge Manrique hace el elogio fúnebre o planto de su padre, Don Rodrigo Manrique,
mostrándolo como un modelo de heroísmo, de virtudes y de serenidad ante
la muerte. El poema es uno de los clásicos de la literatura española de
todos los tiempos y ha pasado al canon de la literatura universal. Lope de Vega
llegó a decir de ella que «merecía estar escrita en letras de oro». En ella se progresa en el tema de la muerte
desde lo general y abstracto hasta lo más concreto y humano, la muerte
del padre del autor. Esboza Manrique la existencia de tres vidas: la
humana y mortal, la de la fama, que es más larga, y la eterna, que no
tiene fin.
http://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_Manrique
"Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera,
más que duró lo que vio
porque todo ha de pasar
por tal manera.
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos."contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera,
más que duró lo que vio
porque todo ha de pasar
por tal manera.
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
JORGE MANRIQUE.
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